Mi amigue el mangle: Un reencuentro con la obra migratoria de Laurie De Jesús Lagares

Mangroves painted in oranges and greens. Viewed from below.
Laurie De Jesús Lagares. El sueño de mi amigue le Mangle, 2022. Resina y óleo sobre lienzo encontrado, 148cm x 109cm. Fotografía tomada y compartida por Laurie De Jesús Lagares.

Un invierno de 2022 recibí una llamada de la artista visual puertorriqueña Laurie De Jesús Lagares, quien realizaba su maestría en el Institut Kunst Gender Natur en Suiza, mientras yo me encontraba en mi propia maestría en Historia de la Arquitectura en la Universidad de Virginia. Recuerdo cómo nuestras llamadas eran un refugio donde nuestras diásporas se encontraban. En ellas, recuperábamos fragmentos de un Puerto Rico distante.

Estas conversaciones nos llevaron a reflexionar sobre cómo nuestros cuerpos, cápsulas de nuestra identidad, habían sido esculpidos inicialmente por las tierras insulares que llamamos hogar, pero también por las manos comunitarias que, a través del idioma, nos habían construido y deconstruido. Ahora, en tierras ajenas, hablando idiomas foráneos y lejos de aquellas manos familiares, nuestras identidades se percibían en constante desplazamiento. Laurie De Jesús Lagares, enfrentando esta misma dislocación, me contó sobre su inesperado y emocionante encuentro con un mangle en el jardín botánico de Basilea.

Hoy, nuevamente a través del teléfono, De Jesús Lagares hace una retrospectiva con ese encuentro y lo difícil que fue esta etapa de su vida, ya que dificultades económicas permeaban su existencia en la diáspora. Al mismo tiempo, se enfrentó a la ambigüedad de país que se hace presente en su día a día. Como ella misma explica:

Ser puertorriqueña es una identidad ambigua. Para la cultura europea, yo soy estadounidense; para los latinoamericanos, yo tampoco era latinoamericana. Me quedé sin beca porque el estado de Suiza no me consideraba latinoamericana. Hubo un momento en el que fui consciente de que, si quería quedarme, tenía que sacrificar mi identidad como puertorriqueña para permanecer en ese espacio. No estaba dispuesta a hacerlo, no estaba dispuesta a asumir la identidad norteeuropea (De Jesús Lagares, entrevista, 22 de septiembre de 2024).

De este modo, el mangle, lejos de su ecosistema natural, con raíces que no tocaban el agua salada, se convirtió en un reflejo de la propia experiencia de Laurie De Jesús Lagares: un organismo exotizado, mantenido en un espacio artificial y controlado por la mano humana, atrapado entre la supervivencia y el desarraigo. Este encuentro marcó un punto de inflexión en su obra, inspirando There is no place without an elsewhere (2023), donde la artista puertorriqueña explora la experiencia migratoria sin hablar directamente de sí misma (Fig. 1). Los títulos de las obras creadas por Laurie De Jesús Lagares durante este periodo alternan entre inglés y español, reflejando tanto su experiencia migratoria como la dualidad de contextos en los que fueron concebidas: la nostalgia por su hogar puertorriqueño y la experiencia de la diáspora en Europa. De este modo, resistiendo las expectativas de crear piezas coloridas, folclóricas o explícitamente políticas, De Jesús Lagares se dedicó a cuestionar la imagen artificial que el mundo ha construido del Caribe. Tal como nos comenta la artista:

Pintar un paisaje interior es una forma sutil de hablar de la experiencia migratoria. El jardín como lugar de extracción, las implicaciones de una latina pintando un manglar—estoy subvirtiendo su cliché sobre mí. La artificialidad del jardín botánico refleja la exotización del inmigrante y cómo esa exotización sigue reproduciéndose en estos espacios (De Jesús Lagares, entrevista, 22 de septiembre de 2024).

La clave de esta pieza radica en su título, inspirado por el filósofo martiniqués Édouard Glissant, quien, en su estudio sobre la pluralidad caribeña, identifica en el manglar un símbolo de resistencia y reproducción cultural. Según Glissant, el manglar representa un proceso de adaptación y recreación en territorios ajenos, reflejando la realidad diaspórica del Caribe (Glissant, 2010). Laurie De Jesús Lagares traduce esta idea al plasmar un manglar de gran dimensión, teñido de tonos fríos y elevado sobre un pedestal que le niega su conexión con la tierra y los colores vibrantes propios de su origen. Encerrado en un globo de cristal, el manglar encarna una dualidad de fragilidad y resistencia. Bajo una luz artificial que ilumina sus ramas retorcidas, sus hojas aún destellan reminiscencias de un hogar cálido y distante. Este contraste simboliza una lucha silenciosa contra la opresión de un entorno donde las plantas son dispuestas según una narrativa colonial de conquista y exploración, enmascarando la violencia histórica detrás de paisajes idealizados. Con su técnica meticulosa y profundidad simbólica, esta obra no solo aborda la diáspora del manglar, sino también la de la propia artista. Es un testimonio visual de lo que significa ser transplantado y, aun así, preservar la esencia, desafiando las narrativas de control y colonialismo mientras revela cómo, incluso en espacios hostiles, persisten el arraigo y la memoria cultural.

El tema de la pérdida también atraviesa su cuerpo de trabajo, especialmente en piezas como Ofrenda de Propágulos (2023) y El sueño de mi amigue le Mangle (2022). Esta última fue la primera obra que la artista dedicó a su amigue el mangle, un trabajo donde exploró la materialidad del óleo y lo que significa trabajar desde la intimidad (Fig. 2). En esta pintura, el mangle se alza como un gigante ancestral; su enramado infinito y raíces profundas nos envuelven, sumergiéndonos en un laberinto de formas y colores que parecen susurrar historias antiguas. El verde ardiente de su follaje se entrelaza con ocres y rojos que emergen como arterias vivas, recordándonos la conexión vital entre la tierra y el agua, entre lo humano y lo natural.

Este manglar nos empequeñece no solo por su escala física, sino también por la fuerza de su presencia. Nos invita a mirar hacia arriba, hacia un techo natural que se extiende como un templo sagrado, mientras nuestras propias sombras parecen desvanecerse en su vastedad. Aquí, el manglar no solo ocupa el espacio, sino que lo transforma, lo domina, haciéndonos sentir pequeños, vulnerables, pero también asombrados ante su resistencia y majestuosidad. Es un recordatorio de que la naturaleza, en toda su complejidad, nos observa y nos reclama.

No obstante, los colores vivos que abarcan la obra fueron, como De Jesús Lagares comenta al citar al artista Antonio Martorell, un “accidente feliz”. En un inicio, los tonos fríos dominaban la pintura, pero al añadir una capa de resina para emular su entorno de cristal, la superficie cobró vida, transformando los colores en matices brillantes que evocan el Caribe perdido. Así, la pintura misma parece reclamar su identidad tropical, desafiando el desarraigo que intentaba capturar.

Por otro lado, la instalación Ofrenda de Propágulos (2023) junto con el poema Talking of my friend the Mangrove (2023), se entrelazan en una reflexión profundamente íntima y poética sobre la resistencia, la solidaridad y el arte de cuidar (Fig. 3-4). La creación de los propágulos cerámicos en Ofrenda de Propágulos nace como un gesto simbólico de reconciliación hacia el mangle, una forma de sanar las heridas de la separación y de devolverle algo de lo que le ha sido arrebatado. Ante la imposibilidad del mangle de producir retoños durante más de 20 años, De Jesús Lagares fabrica propágulos inscritos con fragmentos del poema, transformando las palabras en ofrendas físicas. Tal como reflexiona la artista: “cada propágulo que creé era un regalo al manglar, un recordatorio de que incluso en el aislamiento, podemos dar y recibir vida” (De Jesús Lagares, entrevista, 22 de septiembre de 2024). Estas pequeñas esculturas, con su materialidad frágil pero resistente, se convierten en metáforas de la conexión que la artista establece con el mangle confinado, simbolizando tanto un acto de amor como de reparación.

El poema, al igual que la instalación, encarna el deseo de devolverle al mangle su memoria robada, reconectándolo con su historia insular. Al visitar regularmente a su amigue, De Jesús Lagares llevó consigo música, sonidos del mar y poemas de Angela María Dávila, Julia de Burgos y Clara Lair, intentando devolverle fragmentos de su memoria perdida. Estas visitas, según la artista, fueron actos de solidaridad y duelo, una forma de ser la sal que el mangle nunca conoció en aquel lugar. Este tipo de interacción es un testimonio de cómo De Jesús Lagares logra integrar su práctica artística con un compromiso personal hacia el ecosistema que representa. Pero también, en un acto profundamente humano, su práctica nos interpela sobre nuestra propia capacidad de crear gestos de solidaridad, de restaurar lo que se ha perdido y de resistir junto a aquello que amamos, incluso en las condiciones más adversas. En este sentido, el mangle, con sus raíces entrelazadas que crecen desde arriba hacia abajo, refleja la habilidad de adaptarse sin renunciar a su esencia. Este símbolo de resistencia y fidelidad a sí mismo se convierte en un espejo de la experiencia diaspórica, consolidándose como un motivo recurrente en la obra de Laurie De Jesús Lagares.

Pocos hablan de las luchas invisibles: el hambre, la incertidumbre económica, la soledad, el constante cuestionamiento de qué crear bajo la mirada del otro. Sin embargo, el legado artístico de Laurie De Jesús Lagares es una muestra de resistencia transformada en arte, un testimonio de que el desarraigo y el duelo también pueden ser fértiles. En cada pincelada, en cada propágulo ofrecido, De Jesús Lagares reafirma que la creatividad no solo es supervivencia, sino también una forma de reivindicar la identidad, de reimaginar la pertenencia y de transformar la pérdida en un acto de amor y recreación. Como el mangle, su obra echa raíces profundas, adaptándose y resistiendo en tierras lejanas, dejando una huella indeleble de lo que significa ser, a la vez, artista y migrante.

Referencias

  1. De Jesús Lagares, Laurie. Entrevista telefónica realizada por Sara I. Rodríguez Rivera, 22 de septiembre de 2024.
  2. Glissant, Édouard. 2010. Poetics of Relation. Ann Arbor: The University of Michigan Press.